El día amaneció lluvioso, una rareza en pleno mes de julio. Pero como suele ocurrir en esta temporada, el tiempo puede sorprendernos, y después de la emotiva ceremonia en la Catedral de Valladolid, las nubes se abrieron para permitirnos dar un encantador paseo por el centro de la ciudad.
Dicen que "novios mojados, novios afortunados", y esta pareja, tras un breve encuentro con la lluvia, continuó su día con una fortuna inquebrantable. La celebración en el Hotel Conde Ansurez fue todo un espectáculo, lleno de alegría y momentos inolvidables.
La lluvia pudo haber intentado jugar sus travesuras, pero no pudo empañar la belleza de este día. El amor y la alegría brillaron con fuerza, y estamos encantados de haber sido testigos de esta maravillosa historia. Sigan atentos para más relatos de bodas llenos de emoción y encanto que estamos ansiosos por compartir.